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23/11 11:29 PM Hora Local
Las relaciones entre los Estados Unidos y nuestro país se remontan a tiempos de la Independencia, cubriendo un período cercano a los doscientos años, en los que ambos pueblos han compartido una historia común. Los colombianos hemos vendido a los norteamericanos oro, petróleo, café y flores y ellos han traído capitales, tecnología, ciencia y cultura
En este contexto y en el de las relaciones políticas y diplomáticas entre ambos estados, se entiende la creación de programas de intercambio cultural en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, como los denominados Comités para Asuntos Interamericanos (CIAA), que son el antecedente inmediato de los centros binacionales fundados en varias ciudades colombianas, el primero de los cuales fue el de Bogotá (1943), seguido por el de Medellín (1947).
Ciertamente, desde aquella época, el Colombo de Medellín empezó a tener una dinámica propia y a ser un punto de referencia en el escenario cultural de la ciudad. Por su mediación y con fondos de ambas naciones, trajo escritores, artistas plásticos, científicos y orquestas de jazz y de música clásica, contribuyendo a la difusión de expresiones culturales desconocidas o poco conocidas para los medellinenses. La institución trabajó de la mano con la Universidad de Antioquia, la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad Nacional, la Biblioteca Pública Piloto y el Museo de Arte Moderno de Medellín; gestionó y consiguió recursos con fundaciones del exterior y con las empresas colombianas, para realizar estos eventos o para llevar a cabo programas de apoyo a la capacitación de los docentes de inglés en secundaria y universidades.
Hasta 1982, el Colombo tuvo como directores a ciudadanos estadounidenses nombrados por el Departamento de Estado, quienes han decidido su rumbo, en compañía de una junta en la que los antioqueños han tenido participación paritaria. Detrás de este proyecto cultural hay un grupo de personas que tienen un sincero sentido de pertenencia, interesados en fomentar la amistad y el intercambio cultural entre ambas naciones. De hecho se trata de ciudadanos “binacionales” y bilingües, que a través de los programas existentes y de los que surgen gracias a su creatividad y compromiso, se aproximan cada vez más a un propuesta multicultural, civilista y de inclusión social.
Este cambio y propuesta ética se personifican en Paul Bardwell, uno de sus directores más queridos, quien le imprimió un sello propio y un estilo de trabajo, no sólo a la institución, sino a quienes trabajan en ella. Con él, se fortalecieron y se replantearon programas que hoy son vanguardia cultural en Medellín y en el país. Es el caso de la Galería de Arte que lleva su nombre, que se distingue por su enfoque social, contemporáneo y comprometido con la transformación de la cotidianidad de las personas de todas las clases y el intercambio de saberes de los artistas nativos con los invitados extranjeros.
Algo similar puede decirse del programa de cine, gestado de la mano de cinéfilos como Luís Alberto Álvarez, Alberto Aguirre, Orlando Mora, entre otros. Sus modernas salas, su acreditada revista Kinetoscopio y sus vínculos internacionales, les permite a los amantes del séptimo arte en Medellín, viajar durante el año por las diferentes cinematografías del mundo.
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